¿Qué es el síndrome cervicógeno?
El síndrome cervicógeno hace referencia a una serie de síntomas asociados con la región cervical, entre los que se encuentra el mareo cervical y el dolor de nuca (nucalgia) o de cabeza (cefalea). El índrome cervicógeno, y muy en particular el mareo cervical, han sido subestimados en su importancia durante mucho tiempo en el ámbito médico, siendo a menudo pasados por alto o malinterpretados por varias razones.
En primer lugar, ha habido una tendencia histórica a negar el origen cervical de cualquier tipo de mareo, haciendo que los paciente fueran remitidos sistemáticamente al otorrinolaringólogo para estudiar el órgano del equilibrio, sin encontrarse origen del problema en esta estructura. Por otra parte, la presencia de mareo puede resultar muy secundaria cuando hay otros síntomas más relevantes como el dolor cervical (cervicalgia) o la cefalea o nucalgia, en cuyo caso la atención se centrará en el síntoma más incapacitante.
Aunque el mareo cervical ha sido históricamente un motivo de controversia, en la actualidad se trata de un problema reconocido con una fisiopatología aún en estudio, pero que tiene mucho que ver con las vías neurológicas de la propiocepción (sensores posicionales en piel, tendones, articulaciones, etc.)
Cefalea cervical
Las cefaleas cervicales, también conocidas como cefaleas cervicogénicas o cefalea tensional, son dolores de cabeza que se originan en el cuello focalizándose en la nuca, aunque pueden extenderse hasta la parte región frontal del cráneo y a las órbitas, o sentirse como una opresión en cinturón o en casco. A menudo se describen como una sensación de presión o tensión en la parte posterior de la cabeza o en la base del cuello. A diferencia de las cefaleas primarias, como la migraña, las cefaleas cervicales están estrechamente relacionadas con disfunciones estructurales o musculares en la columna cervical.

La causa exacta de las cefaleas cervicales puede variar, pero generalmente están asociadas con tensiones musculares y sobrecargas en el cuello secundarias a una insuficiencia muscular, con un substrato mecánico que puede tener origen en lesiones traumáticas o en cambios degenerativos en la columna cervical. La irritación de las articulaciones en la región cervical puede desencadenar episodios de dolor de cabeza por exceso de trabajo de la musculatura estabilizadora e irritación de las fascias, que a menudo se agravan con ciertos movimientos del cuello o posturas prolongadas.
Además del dolor de cabeza en sí, la cefalea cervical puede estar acompañadas de otros síntomas, como mareo, visión borrosa, hipersensibilidad a la luz o al ruido, dificultad para concentrarse y sensación de embotamiento. Estos síntomas pueden afectar significativamente la calidad de vida del paciente y pueden ser incapacitantes en casos crónicos o recurrentes.
El mareo cervical o cervicógeno es diferente al vértigo
El mareo cervical o mareo cervicógeno, es otra manifestación común del síndrome cervical. A diferencia del vértigo clásico, que se caracteriza por una sensación de giro o movimiento rotatorio del entorno, casi siempre acompañado de náuseas o vómitos y todo el cortejo vegetativo, los mareos cervicales se describen como una sensación de inestabilidad o desequilibrio, como de no encontrarse estable o de estar viajando en barco. El mareo cervical puede venir acompañado de malestar general, dificultad para mantener el equilibrio y cierta sensación nauseosa, pero nunca asocia giro del entorno o vómitos.
El mareo cervical puede venir acompañado de malestar general y cierta
sensación nauseosa, pero nunca asocia giro del entorno o vómitos.
Estos mareos cervicales pueden surgir como resultado de disfunciones en las estructuras cervicales, incluidos los músculos, los ligamentos, las articulaciones facetarias o los discos intervertebrales. La irritación o compresión de las raíces nerviosas en la región cervical también puede contribuir a la aparición de mareos cervicales. Al igual que las cefalea cervical, el mareo cervical puede desencadenarse o agravarse con ciertos movimientos del cuello o posturas específicas.
Abordaje terapéutico del Síndrome Cervicógeno
Tradicionalmente, el tratamiento del síndrome cervicogénico se ha centrado en enfoques conservadores, como fisioterapia, medicamentos para el dolor y técnicas de manejo del estrés. Sin embargo, en casos refractarios o gravemente incapacitantes donde los síntomas persisten a pesar de medidas conservadoras, la cirugía cervical puede ser considerada como una opción terapéutica viable.
Se deben evitar los estiramientos posturales, que contribuirán
a inestabilizar los elementos estructurales de la estabilidad
La terapia física debe centrarse en el foratalecimiento de la musculatura estabilizadora del cuello, lo que nunca debe tratarse de forma directa, sino con trabajo indirecto de cierta intensidad en las regiones relacionadas con dicha estabilidad como el hombro y la escápula. El trabajo de potenciación en el tren superior proximal, incluyendo brazo, musculatura escapular, hombro y musculatura pectoral conseguirán mejorar de forma indirecta el tono y las respuestas de la musculatura cervical. También es importante aplicar terapias de desinflamación profunda mediante aparataje, bien sea radiofrecuencia, onda corta, láser y otras técnicas que ayuden a calmar los focos inflamatorios, a menudo profundos (inserciones musculares, articulaciones y fascias).
En cambio, se deben evitar los estiramientos posturales, que contribuirán a inestabilizar los elementos estructurales de la estabilidad como cápsulas articulares y ligamentos, así como a debilitar los músculos por elongación excesiva. El masaje o las maniobras decontracturantes con rodillos o pelotas son aceptables, aunque hay que vigilar la posibilidad de reacciones de rebote, sobre todo en musculaturas todavía poco entrenadas y desarrolladas. Utilizar calor local después de un masaje es buena idea para evitar espasmos reactivos con el enfriamiento.
La cirugía cervical para el síndrome cervicogénico se enfoca en abordar las causas subyacentes de los síntomas, como la corrección de desalineaciones vertebrales, la estabilización de segmentos inestables o la descompresión de estructuras nerviosas comprometidas. Los procedimientos quirúrgicos suelen incluir la fusión espinal con discectomías por vía anterior y descompresión del canal y los forámenes neurales, según las necesidades individuales de cada paciente.
Es importante destacar que la decisión de realizar una cirugía cervical para el síndrome cervicógeno debe basarse en una evaluación exhaustiva de la historia clínica, los hallazgos físicos y los estudios de diagnóstico por imágenes. Los pacientes deben ser informados sobre los riesgos y beneficios potenciales de la cirugía, así como sobre una expectativa realista de los resultados.
Perspectivas Futuras y Consideraciones Finales
A medida que continúa evolucionando nuestra comprensión del síndrome cervicogénico, es probable que surjan nuevas estrategias de tratamiento y enfoques terapéuticos. La investigación en curso sobre la fisiopatología de este síndrome puede proporcionar información valiosa sobre los mecanismos subyacentes de los síntomas cervicales y guiar el desarrollo de intervenciones más efectivas y personalizadas.
En última instancia, el abordaje del síndrome cervicogénico requiere un enfoque multidisciplinario que involucre a profesionales especializados en neurología, neurocirugía, fisioterapia, ejercicio y medicina del dolor. Incluso puede ser necesario el apoyo psicoafectivo, ya que el estrés puede ser causa o agravante de la situación.
En conclusión, el síndrome cervicogénico, con sus manifestaciones en forma de cefaleas y mareos cervicales, representa un desafío clínico que requiere una comprensión profunda y un enfoque individualizado en su manejo. Si bien la cirugía cervical puede ser una opción terapéutica en casos seleccionados y bien evaluados, el foco inicial debe situarse en el abordaje conservador, particularmente en los hábitos posturales y de ejercicio regular que eduque la musculatura para soportar mejor las actividades diarias.